Los dardos apuntan contra
Pakistán
Sergio
Rodríguez Gelfenstein
Barómetro Internacional
Contrario a lo que se podía
suponer, todos los indicios
apuntan a que el próximo golpe
de Estados Unidos y la OTAN, no
será en Siria o Irán. Los dardos
ahora están enfilados contra
Pakistán, otrora gran aliado de
Estados Unidos en el Asia
Central. En esa decisión podemos
adivinar causas de origen
coyuntural y otras que tienen
que ver con las contradicciones
entre las potencias en el
escenario global.
El presidente Obama acuñó la
idea de llamar el escenario de
guerra de esa región como Af-Pak.
Con ello ha pretendido legitimar
la superación del conflicto en
territorio afgano al situarlo
simultáneamente en el de
Pakistán. El resentimiento
causado por Estados Unidos en
ese país por las violaciones
constantes a su soberanía y los
miles de civiles asesinados por
los aviones sin pilotos llamados
zánganos, vino a tener su
colofón con el asesinato de
Osama Bin Laden en ese país sin
que las autoridades del mismo
supieran de su realización.
En la preparación de ese teatro
de operaciones, Estados Unidos
intenta hacer olvidar a Al Qaeda,
al asesinar a su líder y, en
otro contexto aliarse con ellos
en Libia, para derrocar a
Gaddafi y lograr el nombramiento
de Abdelhakim Belhaj -miembro de
esa organización y hasta hace
poco uno de los terroristas más
buscados del mundo- como jefe
militar de Trípoli.
La máquina de propaganda gringa
ha transformado a los Haqqani en
los nuevos "terroristas más
buscados". Esta red, aunque
afgana, opera en territorio
pakistaní y al igual que Al
Qaeda fue creada por la CIA para
combatir la ocupación soviética
en los años 80 del siglo pasado.
El gobierno estadounidense se ha
apresurado a informar que opera
bajo el manto y la protección de
la agencia pakistaní de
inteligencia, lo cual -de por
sí- es una aseveración sumamente
explosiva.
En ese contexto, el gobierno
pakistaní ha sido puesto entre
la espada y la pared y hoy está
obligado a decidir entre una
alianza con Estados Unidos y la
pérdida de piso político interno
ante el creciente desprestigio
que este país tiene entre los
pakistaníes. Se agrega que
Estados Unidos ha fortalecido
sus relaciones con India,
enemigo tradicional de Pakistán,
al que incluso le ha ofrecido su
apoyo para que acceda a un
puesto permanente en el Consejo
de Seguridad de la ONU.
Colocado en ese trance, el
gobierno pakistaní ha vuelto la
cara hacia China, que lo
considera un aliado en el
ajedrez estratégico de la
región. China ha ofrecido su
contribución al país,
interesados por su "seguridad
nacional y la estabilidad
regional" como afirmó el
ministro de Seguridad Pública
Meng Jianzhu en visita a
Rawalpindi. Para China la
frontera con Pakistán es tema de
preocupación permanente, dados
los vínculos entre los talibanes
afganos con presencia en
Pakistán y los separatistas
musulmanes uyhedines que operan
en la región de Xinjiang, al
oeste de China.
Hay que estar atentos porque
hasta ahora sólo hemos visto las
primeras jugadas en este
complicado tablero mundial que
al parecer tendrá en Pakistán su
próximo capítulo violento.
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