Esa
Lámpara Existe
Acerca de Lámpara de Fiebre, de Jorge
Castillo Fan
Respiro,
acepto la luz
Blanca Varela
Lámpara de
Fiebre es el quinto poemario de Jorge
Castillo Fan.
Lámpara como metáfora de los ojos, su
extremo de permanencia y destierro a lo
estático, como cosa; y su dialéctica de
fulgor, luz y lumbre, el movimiento,
como palabra.
La Fiebre es el escenario del cuerpo y
su provisión de calor, el desvarío, una
metáfora del fuego y del amor y su caída
al sin-fondo del lenguaje:
...Una palabra
Un puente que se enciende para siempre
Un solo soplo de alma y todo bajo el
cielo estará dicho.
Los márgenes entre el sueño y la vigilia
se alcanzan, así como lo real no es ni
lo fue nunca lo vivido, si no lo
contado, es decir, el poema cuando
RE-CREA lo que nunca fue. Así como dice
Vicente Huidobro, en su magnífico
ALTAZOR : Un poema es una cosa que será.
/ Un poema es una cosa que nunca es,
pero que debiera ser./ Un poema es una
cosa que nunca ha sido, que nunca podrá
ser.
Podríamos decir, la eterna búsqueda de
lo "real imposible", ya que lo real y lo
posible son dos cosas muy distintas, y
lo real y lo imposible no son polos
opuestos. O decir que "la realidad es la
metáfora de todo lo posible". Este libro
está plagado de ellas. Se podría decir
que su estado es el constante
desplazamiento, que todos sus elementos
tan diversos (fuego, alma, lluvia, ojos,
tiempo, cuerpo, alas, viento, etc.) se
comunican entre sí porque en todos ellos
coexiste lo hallado y lo perdido
simultáneamente.
En el poemario que nos ocupa leemos:
Y esa palabra
fósforo de tiempo
está ahí
Un corazón interminable.
Pero es en el delirio donde verificamos
prueba alguna de la existencia, nos lo
dice el poeta desde el inicio : Deliro luego, existo. La sensación de TIEMPO
está esparcida por todo el poemario,
pero intrínsecamente ligado al
MOVIMIENTO. Mas no se trata de dos
coordenadas medibles con los
instrumentos cartesianos, sino una
íntima relación entre los fragmentos, es
decir, esa rotura que somos y la
intersección que entre ellos se produce
y es únicamente en la escritura donde se
hace posible su rescate; sólo en la
creación poética podemos encontrar
alguna verdad acerca de lo que fue la
experiencia. Esto es lo que nos dicen
los versos de Fernando Pessoa en su
Tránsito de las Horas : he experimentado
más sensaciones que todas las
sensaciones que he sentido.
Y ello no es ninguna coincidencia. Se
trata de nuevo de un ineludible acuerdo
universal entre todos los poetas,
diferentes en su cronología y estilos,
en su lugar de procedencia, pero comunes
en su relación con la función poética.
Sabemos, pues, que lo sentido no es lo
registrado, sino que solamente apunta a
una experiencia que se pierde y es por
eso -precisamente- que estará presente
en el lenguaje, paradójicamente presente
mediante un cultivado proceso de
transformación; esa es la DANZA DE/LIRIO
que nos propone el autor de Lámpara de
Fiebre, la metonimia en la que cada
palabra no es su significado, sino éste
y todos los demás, el invisible suceder
del tiempo como una marca imperecedera
que pulsa permanentemente en nuestro
decir : la DANZA de las palabras.
El punto de salida para esta travesía es
el propio cuerpo, lugar que siempre hubo
que abandonar para perdernos en "el
otro" :
La dimensión de esta herida es dos
distancias:
derrumbe de los cuerpos / almas que se
apagan
Un llanto clandestino como en los
eclipses.
El retorno es desde el final, es desde
allí desde donde volvemos, lugar aquel
en el que "estuvimos" y que dejó en
nuestro cuerpo su muesca, la muerte :
En todas las hogueras de tu sueño
sólo labios en ceniza.
Y es en este conocimiento de sabernos
mortales donde comienza la creación,
cuando, acerca del amor, y con un estilo
eminentemente lírico, Jorge Castillo
Fan, re-crea un mar de amar, un lugar
que será la dimensión que le otorgue a
esa herida en una alternancia de
metáfora fabulosa :
Sobre el mar
tu amor que anda desnudo
con los ojos encendidos en la espalda
El astro de su rostro sólo alma
y otro ojo único infinito...
Se trata, pues, del tiempo subvertido,
la trasgresión en la que nos consolamos
de nuestro destino mortal :
La soledad de mi ceniza
que nunca renunció a tu nombre
Las hélices del pecho
en su canción de lirio y aguacero...
Este tiempo subvertido que es la
impronunciable renuncia del amor izada
en la palabra:
...Y ni tú ni yo podemos contra al fuego
aunque una espalda sin fin hoy tumbe
nuestros ojos.
Este tiempo que nos trasciende mediante
la conversión de lo finito en un acto de
belleza, el devenir, el contra-punto, el
verbo contingente que somos y el espacio
REAL donde lo que creamos es nuestra
humanidad :
...Ahora te recuerdo líquida y mortal...
Este acto de amor que es, por fin, la
señal inequívoca de nuestro paso por la
existencia, la experiencia a la que se
refiere Pessoa a la cual sólo podemos
llegar en las redes del lenguaje. Y por
ser, de éste, su expresión más
perdurable la Poesía, es en ella donde,
exiliados definitivamente de todos los
paraísos, ganamos esa otra dimensión
atemporal :
El amor frontal como una bala de deseo
surgida del convicto cañón de nuestros
cuerpos
(UNA PALABRA SÓLIDA)
El amor oblicuo como el llanto de un
eclipse
que firma el pálido destino de unos ojos
(UNA PALABRA LÍQUIDA)
El amor tangente como diáspora cinérea
de los pechos que se apagan en la noche.
(UNA PALABRA GASEOSA).
El movimiento o la danza es el
desplazamiento que hace el poeta a
través del lenguaje, mediante el cual
construimos nuestra historia, tratándose
ya de un tiempo que está sujeto a todas
las direcciones y sentidos que, como
sabemos, queda siempre abierto a una
nueva lectura en el acto poético :
Y si todas estas lámparas de insomnio
me descubren sin alas / sin espejos
con el mirar como una página vacía...
Cuando ya no somos, sino lo escrito:
Ojos cerrados
Lienzo amorfo y negro
Candelas diminutas
No estoy pensando en nada
(Sólo quiero cerrar la cortina a este
sufrir).
En todos estos juegos lingüísticos (el
disfraz, la elaboración, los giros
sintácticos, la búsqueda de la estética
en general) es donde se nos revela la
poesía con todo su brillo y sus llaves
no son mágicas sino poderosas; nuestra
entrega es absoluta :
Qué puedo ofrecerte
sino este cuerpo que avanza a su
ceniza...
Paradójica, líquida, sólida, gaseosa,
deslizante, sutil, precisa,
descarnada... la poesía de Jorge
Castillo Fan conoce ese "otro" que es
posible crear partiendo de lo imposible,
o -precisamente por ello- donde se
inscribe el deseo como inagotable motor:
...el revés de lo que soy.
Alguna vez mi lámpara perpetua...
Una precipitación desde el final que nos
infiere su marca y nos determina, es
decir, nuestra particular manera de
desear:
...Alguna vez serás
Alguna vez seré.
El mar y lo vivido, lo real y lo
imposible, el amor, todo es nada, todo
PALABRA; la soledad del hombre está viva
en el poema, toda la espera es su
Lámpara de Fiebre, todas las alas
dispuestas para llover, sobre la página
vacía :
Dos manos como un ala etérea
o sed perfecta de aire fuego tierra o
agua:
una lámpara de fiebre.
Y el estremecimiento es la voz del
poeta.
Pilar García Puerta
***
Pilar
García Puerta.- Nace en Madrid el 29 de
marzo de 1958.
Es integrante de la Escuela de Poesía
Grupo Cero.
Ha participado en revistas como Las 2001
noches, Extensión Universitaria y
Artistas del Vértigo, así como en la
página web del grupo cero (
http://www.editorialgrupocero.com /)
Ha coordinado talleres de escritura. Ha
recibido varios premios en concursos de
poesía en Madrid, donde reside en la
actualidad.
Ha publicado :
1995 : Talleres de Poesía I, ( en
colaboración).
2002 : Patria de Pájaros : Segundo
premio de poesía (ex aequo) a este libro
y a Desde el Umbral, de Andrés González
Andino, concedido por la Asociación
Pablo Menassa de Lucía.
2002 : A Golpe de Lluvia (en
colaboración).
2003: El Tiempo Líquido, Editorial
Delirio, Lima, 2003.